Se
fundo el poblado de Acatlán
1518
Se
erigió como municipio a partir del 16 de enero 1869
A la llegada de los españoles, Acatlán
figura como uno más de los pueblos del Valle de Tulancingo que pagaban tributo
a los mexicas. Su primer encomendero español, fue D. Pedro de Paz. Esta
encomienda dominaba su extensa zona comprendida entre los actuales municipios
de Atotonilco, Huasca y Acatlán. El pueblo se hallaba sujeto al de Atotonilco
como República de indios con 211 casas de mexicanos y otomíes. Posteriormente
la encomienda pasó a manos de doña Francisca Ferrer.
Hacia
1564, el pueblo tenía como gobernador a Domingo de Alvarado, hecho que consta
en un documento de merced de tierras donde figura un plano a colores dibujado
por el pintor Andrés Rafael, en el cual aparece el pueblo de San Miguel de
Acatlán con sus visitas: Santa María, Santo Domingo y San Agustín; la primera,
a una legua y las últimas a dos y tres leguas de la cabecera.
A
finales del siglo XVI, comienza el período hacendario de la región, cuyos
movimientos de tenencia y administración se realizaron directamente en la
alcaldía mayor de Tulancingo. A este período, corresponden las actuales
haciendas de Totoapa, Mixquiapan, Zupitlán, Tepenacasco y Cacaloapan. A
mediados del siglo XVIII, los naturales del pueblo de Acatlán establecen fuerte
pugna contra doña Ma. Dolores Romero de Terreros, marquesa de Herrera,
acusándola de despojo de tierras para ensanchar los linderos de la Hacienda de
San Juan Hueyapan, que era de su propiedad.
Con
este hecho comienza una larga lista de despojos e invasiones sobre las tierras
de los naturales, siendo los mayores el casco de la hacienda de Zupitlán
propiedad de Alfonso Flores de Valdéz, en 1725, y el de la hacienda de Totoapa
propiedad de Onofre Gil Barragán, en 1752. Todas estas arbitrariedades
promovieron que el pueblo de Acatlán se anexara a las causas insurgentes en la
lucha por la Independencia. Así en 1821, durante la ocupación de la Ciudad de
Tulancingo por las tropas del general Bravo, se reclutaron en sus filas
numerosos habitantes de Acatlán instigados por el sermón del bachiller Don
Rafael Fernández, párroco del lugar.
En
el mes de mayo de 1853, el gobernador liberal de Michoacán, Melchor Ocampo
residió en Acatlán tras su confinamiento en la ciudad de Tulancingo. Durante un
mes promovió algunos talleres de oficios y sobre todo las ideas de liberalismo
entre los pobladores.
Más
adelante durante la contienda revolucionaria de 1910, las tropas carrancistas
ocuparon temporalmente la población, destinando el claustro del exconvento como
cuartel y cocina de leña.
Fuente: Enciclopedia del Estado de Hidalgo.
Fotografías: Hidalgo Tierra Mágica
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